El-Impacto-Ambiental-de-IA

La IA de ChatGPT consume más energía que una búsqueda tradicional en Internet

En tres clics escribes una obra de teatro o creas un sitio web: los sistemas de inteligencia artificial (IA) pueden parecer mágicos, pero su funcionamiento no es neutral desde el punto de vista medioambiental. Son grandes consumidores de agua y electricidad.

Las IA no beben agua, pero los centros de datos, donde se entrenan los sistemas de inteligencia artificial, la utilizan en grandes cantidades para enfriar sus servidores. Este es sólo un aspecto del consumo digital de agua.

Las IA como ChatGPT y Bard consumen mucha más agua y energía que una búsqueda típica en Internet. Según un preprint de la Universidad de California, Riverside, una conversación con ChatGPT consume alrededor de 50 cl de agua, el equivalente a una pequeña botella de plástico. Con cerca de 1,5 mil millones de usuarios al mes, eso se acumula rápidamente.

Emisiones fluctuantes de CO2 Los centros de datos, esenciales para el entrenamiento de la IA, representan casi el 1% del consumo mundial de energía. Se espera que esta cifra aumente en los próximos años.

Pero estos centros emiten diferentes cantidades de CO2 dependiendo de si el país base produce su electricidad a partir de carbón o gas, por ejemplo, o de energías renovables. En un estudio financiado por Microsoft y el Allen Institute for Artificial Intelligence, los investigadores demostraron que cambiando la ubicación de entrenamiento de una IA, era posible reducir las emisiones de CO2 de la operación en un 75%.

Entre las empresas digitales también se habla mucho de «seguir el sol», es decir, cambiar las ubicaciones de entrenamiento de la IA a lo largo del día para poder utilizar continuamente energía solar. Optimizar las ubicaciones de entrenamiento de la IA podría ser un medio importante para limitar su impacto en el medio ambiente.

Más concretamente, una IA como Bloom, un equivalente completamente de código abierto de ChatGPT desarrollado como parte del proyecto de investigación BigScience, generó el equivalente a 25 toneladas de CO2 durante su entrenamiento. Esto a pesar de que la mayor parte de la energía utilizada provenía de la energía nuclear, y por lo tanto era libre de carbono. Para GPT-3, que ejecuta ChatGPT, se estima que su huella de carbono es 20 veces mayor, equivalente a unos 300 viajes de ida y vuelta de París a Nueva York en avión.

Las IA apoyando al planeta A pesar de su impacto medioambiental, las IA tienen un papel que desempeñar en la lucha contra el calentamiento global. Por ejemplo, pueden ayudar a los meteorólogos a predecir eventos climáticos extremos, o optimizar procesos industriales para reducir las emisiones de CO2.

El reto particular para los desarrolladores hoy en día es la transparencia. La mayoría de los modelos de IA disponibles al público no revelan dónde se entrenaron los modelos, ni el costo de carbono de utilizarlos.

Cuando los usuarios tienen esta información, pueden tomar sus propias decisiones informadas. Por ejemplo, antes de bombardear a ChatGPT con preguntas básicas, podemos hacer una simple búsqueda en el navegador, que consume menos energía.

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